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El santuario Inca del dios Pachacáma (organizador-animador del tiempo-espacio) inició su apogeo con Tupa Inca Yupanqui alrededor del 1465 d. C., convirtiéndose en el centro oracular-administrativo más importante de la costa, y segundo en todo el Tawantinsuyo, “el imperio inca de las cuatro regiones”. Ubicado en la desértica árida costa central del Perú actual, el asentamiento de edificios de adobe y piedra tiene cuatro templos, catorce estructuras con rampas, varios patios y veintiún edificios, que ocupan 500Ha. El trazado urbano presenta tres ejes principales que establecen las direcciones básicas para el orden de casi todas las estructuras en la zona central, la interior y más ocupada del Santuario. Los estudios arqueoastronómicos en el Santuario, con registros de azimuts tomados in situ (1991-2009), así como los estudios utilizando software SIG (2014-2018) sobre fotografías aéreas, imágenes satelitales y contornos panorámicos, y datos obtenidos mediante el registro geofotogramétrico realizado vía dron en 2019, confirman alineaciones dirigidas principalmente a la salida y puesta de: solsticios, extremos mayores lunares y a la salida de α y β de Centauro. El trazado astronómico del santuario, como un enorme marcador calendárico, haría posible el preciso registro del curso anual del tiempo y también el valioso diagnóstico y pronóstico de las variaciones hidro-climáticas, esenciales para organizar medidas propiciatorias y preventivas en actividades ceremoniales y agrícolas.Entre las principales orientaciones edificadas del santuario, el largo alineamiento señalado por el “Portal Norte” y la calle del ingreso principal es admirable. Esta larga alineación señalaba (circa 1500 d.C.) a la salida de α y β de Centauro. La calle del ingreso principal con recintos adyacentes habría sido un pasaje transito con funciones ceremoniales. Estas estrellas conocidas como Llamaqñawin, están señaladas también geográficamente (a 33 km de distancia) allí donde el promontorio del cerro Pucusana toca el Océano Pacífico.Llamaqñawin son los “ojos” de la constelación oscura de la “Llama celestial”, la Yacana. En documentos etnohistóricos de la Sierra central del Perú, la llama está explícitamente relacionada a la temporada de lluvias (Guamán Poma, 1615) y como custodia del flujo del agua (Francisco de Ávila 1608). Así, esta alineación del ingreso principal al santuario, dirigida hacia los “Ojos de la Llama”, es reveladora, resultando ser un llamado de atención sobre el elemento por el cual fluye toda la vida: el agua.El trazado del Santuario registra y celebra ciclos de astros, de ritos, de mitos; ciclos del clima y ciclos del agua, sustento de la vida. Sí, el santuario es un centro administrativo ceremonial Inca, pero en el sentido holístico que el antiguo mundo andino le dio a la deidad Pachacáma: el organizador y animador del todo, el fundamento, la fuerza impulsora de la sinergias que sostienen la vida en la totalidad del tiempo-espacio.
En inglésThe Inca oracular sanctuary of the god Pachacama (organizer-energizer of time-space) began its heyday with Tupa Inca Yupanqui ca. 1465 AD, becoming the most important oracular-administrative centre of the coast, and second in importance in all the Tawantinsuyo, "the Inca empire of the four regions". Located on the rainless desert central coast of present-day Peru, the urban complex of adobe and stone buildings has four temples, fourteen structures with ramps, several courtyards and twenty-one edifices, occupying 1,250 acres. The urban layout presents three main alignments that establish its basic directions in almost all the structures in the central zone, the inner and most occupied area of the sanctuary.Archeoastronomy studies in the sanctuary, with azimuth records taken in situ (1991-2009), as well as studies (2014-2018) using GIS software on aerial photographs, satellite images and panoramic contours, and 2019 drone survey of the sanctuary providing geo-photogrammetric data, confirm alignments directed mainly to the rising and setting of solstices, the major lunar standstills and the rising of α and β Centauri, revealing a landscape rich in cultural significance. The sanctuary’s astronomical layout, as a huge calendrical marker, would also allow an accurate annual record of the course of time and the important diagnosis and prognosis of hydro-climatic variations, both essential to organize propitiatory and preventive measures in ceremonial and agricultural activities.Among the main building orientations of the sanctuary, the North Portal’s alignment with the Main Entrance street is remarkable. This long alignment pointed (circa 1500 AD) to the rising of α and β Centauri, known in Quechua as Llamaqñawin. This Main Entrance street with adjacent enclosures would have been a ceremonial transitive passage. These stars are also marked geographically at the place where the promontory of Pucusana hill (33 km away) touches the Pacific Ocean. Llamaqñawin are the “eyes” of the dark constellation known as Yacana, the “Celestial Llama”. In ethnohistorical documents of the central highlands of Peru the llama is related explicitly to the rainy season (Guamán Poma, 1615) and as custodian to the flow of water (Francisco de Avila, 1608). Thus, the alignment of the sanctuary’s main entrance directed towards the “Eyes of the Llama” is revealing, turning out to be a wake-up call about the element through which all life flows: water.The sanctuary’s layout both records and celebrates the cycles of the celestial bodies, the rites, the myths, the weather cycles, and water cycles: sustenance of life. The sanctuary is indeed an Inca ceremonial administrative centre, but in the holistic, inclusive sense that the ancient Andean world attributed to the deity Pachacáma: the organizer and energizer of the whole, the foundation, the driving force of the synergies that sustains life in the totality of time-space.