Mediante el acercamiento al campo, proponemos analizar cómo los jugadores de las divisiones inferiores de los clubes (que son, además, estudiantes secundarios) ordenan su identidad alrededor de un elemento clave en su trayectoria de vida: la posibilidad de ser futbolistas profesionales. Es a raíz de esto que viven un gran nivel de estrés propio de las exigencias del profesionalismo en cualquier deporte pero también por ser, en potencia, el sustento económico familiar. Es sobre sus hombros, entonces, que pesan una sumatoria de presiones: las familiares, las deportivas, las de los representantes, el mercado y, también, las del sistema educativo.