En este trabajo realizaremos una aproximación a los distintos paradigmas que tuvo la política exterior Argentina, según sus diversos gobiernos (al menos los que dejaron una impronta perdurable en las conductas exteriores), y trataremos de determinar algunas constantes históricas en la forma de hacer política exterior de nuestro país. Posteriormente haremos una aproximación al contexto externo que enfrenta la Argentina en este nuevo milenio y ya cerca del bicentenario de la revolución de mayo. Como iremos desarrollando a lo largo de este trabajo, nosotros sostenemos la hipótesis de que la Argentina puede incrementar sus márgenes de acción autónoma en materia exterior, combinando, como requisito fundamental pero no excluyente, un sistema de toma de decisiones óptimo, relacionado con la existencia de unas elites funcionales a un proyecto autonómico. Pero también creemos que un sistema de toma de decisiones óptimo requiere, para que sea efectivo, su democratización. Es decir: no debería estar centrado en el poder Ejecutivo y en algunos ministros o consejeros en materia exterior en forma exclusiva. Más claramente expresado: no debería descansar en los instintos o percepciones de un grupo reducido de personas que actúan como una “caja negra”. La forma de tomar decisiones debe abrirse al “juego democrático”. Si bien la última palabra la tiene el Presidente, el mismo debería tener la predisposición cultural de abrir el debate en la materia a universidades, centros de estudio específicos, grupos de interés entre otro conjunto de actores no gubernamentales y no estatales. No hacerlo constituye un anacronismo dada la complejidad y la interdependencia del sistema internacional. Como veremos, la historia y la práctica política Argentina no facilitan esta visión.