Algunas anomalías ortopédicas congénitas pueden ser detectadas antes del nacimiento por pruebas biológicas específicas y por el incremento de novedosas técnicas ecográficas realizadas de rutina en el embarazo. A pesar de ello, la exploración física del recién nacido es esencial para el diagnóstico. Los miembros, el tronco y la cabeza, requieren una exhaustiva exploración semiológica con finalidad diagnóstica y terapéutica.
Algunas actitudes o posturas son benignas y sólo merecen seguimiento. Otras deformaciones están vinculadas a anomalías congénitas esqueléticas o musculares y necesitan un diagnóstico preciso y temprano.
Es importante iniciar el abordaje de los problemas funcionales de la mano antes de los tres años en concomitancia con la evolución psicomotriz del niño. Alrededor de los cuatro meses se adquiere la bimanualidad, a los siete la oposición del pulgar, al año la integración completa de la mano y a los tres años el control básico definitivo. La estética es una preocupación importante y motivo de inquietud familiar para su resolución adecuada.
Las anomalías congénitas pueden ser unilaterales o bilaterales, aisladas o incluidas en un síndrome malformativo complejo o en una displasia esquelética.
Como ya se ha referido, se distinguen dos grupos principales
- Las malformaciones congénitas o embriopatía.
- Las deformaciones o fetopatía (Ver cap. 42).