Ya han transcurrido 60 años desde que los países africanos accedieron a las independencias.
Aunque corto, el tiempo es suficiente para hacer un diagnóstico objetivo y sereno de la situación en la que se encuentra hoy el continente, y sobre todo para hacer las necesarias proyecciones en cuanto al futuro.
A comienzos de la década de los 60 del siglo pasado, el agrónomo del hambre galo, René Dumont (1962), inaugurando la tradición del afropesimismo, con su ya clásica y profética obra, El África negra arrancó mal, dio la voz de alarma por el equivocado modelo de Estado y de desarrollo, mimético, y excluyente de los productores en este continente, que son los campesinos y las mujeres y, fundamentalmente, por dar prioridad a una sociedad de consumo en lugar de la de producción, y por obviar la revolución agrícola o verde. La intelligentsia africana de la época tachó este diagnóstico de “errado”, atribuyéndolo al desconocimiento por el autor de las realidades africanas.