Las adversidades sanitarias constituyen una problemática de relevancia, tanto en las actividades de la producción agrícola extensiva, como en las actividades de producción intensiva en los viveros y la multiplicación de plantas. Dentro de las mismas podemos encontrar diversos organismos perjudiciales que incluyen animales, enfermedades y malezas.
Se considera plaga a cualquier especie, raza o biotipo vegetal o animal o agente patógeno dañino para las plantas o productos vegetales (FAO 2019). En términos agronómicos podríamos definir a una plaga, como al organismo que, al causar un daño a la producción vegetal, ocasiona una pérdida económicamente inaceptable para el productor. Dicha pérdida puede ser tanto en rendimiento como en la calidad del producto, lo cual conduce a la aplicación de una estrategia de manejo para evitar su diseminación o disminuir su crecimiento poblacional.
Para ayudar a mitigar la problemática fitosanitaria, es necesario contar con el conocimiento suficiente sobre la fenología del cultivo que permita predecir los momentos críticos de incidencia de cada una de las plagas, y con ello, establecer el método de manejo más efectivo que garantice el adecuado desarrollo del cultivo, evitando las pérdidas que producen estos organismos.
El manejo integrado de plagas (MIP) no es un término nuevo, pero sí ha cobrado mucha importancia en las últimas décadas debido a los retos ambientales que responden a la alimentación de una población mundial en creciente aumento, la utilización de los recursos naturales, la protección del trabajador y el consumidor final, la reducción del área agrícola y los riesgos de intoxicaciones o contaminación del ambiente y fuentes de, entre otros. En definitiva, el MIP es el uso de diferentes estrategias de manejo para disminuir la población de una plaga a niveles económicamente aceptables, basándose en distintas estrategias como son el control químico, control cultural, biológico, legal, control etológico y control genético.
La detección temprana de las plagas es extremadamente importante para un control oportuno y eficiente, especialmente en los programas del MIP. En la producción de vivero, los responsables del manejo fitosanitario deberán adoptar una actitud de vigilancia permanente y realizar inspecciones periódicas del cultivo, a fin de detectar de forma temprana los posibles problemas sanitarios.