En 1914, la Asociación Nacional del Profesorado presidida por Manuel Láinez e integrada por Pablo Pizzurno, Ricardo Levene, Rodolfo Rivarola, Joaquín V.Gonzálezy Víctor Mercante entre otros discuten sobre la conveniencia de fusionar el Instituto Nacional del Profesorado con la Facultad de Filosofía y Letras. Las preguntas centrales y específicas de ese debate eran: ¿qué condiciones debe reunir y, en consecuencia, cómo y dónde debe formarse el personal docente? ¿necesita el futuro docente una formación marcada por una fuerte especialización pedagógica o la formación se reduce al conocimiento de la disciplina particular? El debate se actualiza y se enriquece hoy en el marco de la aplicación de la Ley Federal de Educación que reorganiza el sistema educativo argentino e involucra también a las prácticas de formación docente en todos los niveles educativos. Este debate va incluso más allá pues se vincula también con una deuda que la Universidad Pública mantiene consigo misma: la necesidad de repensar su rol en la formación de docentes en relación con otros espacios para la formación docente y a propósito de las demandas sociales más actuales dirigidas a estos profesionales.
En el caso específico de la Carrera de Letras existiría un perfil del Profesor en Letras egresado de la Universidad cuya incumbencia profesional, sus posibles espacios laborales para el desarrollo de su práctica, sus relaciones con otras instituciones del campo cultural y educativo de todos los niveles son motivo de reflexión y análisis en este trabajo.