Desde mediados de los sesenta se impuso en la academia una visión en la que participan tres instancias: autor, obra y receptor, pero en la historiografía, oficial de las artes, se privó de sus derechos a la última. No obstante, la «estética de la recepción y del efecto» la ha restituido. i.e, los planteamientos de Iser y de Jauss han protagonizado este hecho. Así, este artículo explica los antecedentes teóricos y los precursores literarios de la teoría de la recepción estética. El argumento es que la recepción del arte facilita «un saber íntimo y sabroso», no enunciativo, que puede guiar nuestra búsqueda del sentido de la existencia.