Abatir las actuales emisiones de CO2 es esencial para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura mundial y evitar las consecuencias devastadoras para el planeta. Cumplir esta meta necesita compromisos que apunten a la descarbonización, esto significa reducir drásticamente las emisiones de carbono de combustibles fósiles, deforestación, procesos industriales y además compensar las emisiones restantes mediante la reforestación.
La aspiración de los contaminantes de eludir la carga de la externalidad negativa del cambio climático complica la negociación en el ámbito de las Naciones Unidas. Esta externalidad global pone en riesgo el clima, que es un bien público global, por esta razón el reconocimiento o la negación de esta externalidad es crucial en la política energética. Al actual ritmo de aumento de las emisiones cruzaríamos el límite crítico de 450 ppm en la próxima década. El mundo está lejos de los objetivos que se propuso hace seis años en París y aún no hemos logrado acordar eficaces políticas internacionales.