Una frase que solemos escuchar a menudo cuando se debate sobre cuestiones vinculadas al arte y la belleza es aquella que afirma que “sobre gustos no hay nada escrito”. Como todo conocimiento anclado en el denominado “sentido común”, esta sentencia tiene un grado parcial de verosimilitud. Parece evidente que en lo referente a gustos resulta complejo encontrar acuerdos universales como sí los hay en otros ámbitos. De hecho, una famosa sentencia medieval ya reconocía este carácter subjetivo de nuestros juicios estéticos. Algo similar sucede en el campo del arte. La dificultad para delimitar qué cosas pueden ser denominadas “artísticas” y qué otras no, es algo que incluso hoy continúa en discusión; asimismo, podemos preguntarnos por la relación entre arte y conocimiento a través de la imitación o por la relación entre arte y afirmación de la vida. Estas cuestiones ponen de manifiesto algunos de los debates y problemáticas que se dan en el campo de la estética y a los que la frase citada al comienzo hace referencia.
Sin embargo, y a diferencia de lo que suele pensarse actualmente, varias teorías estéticas postuladas desde la antigüedad hasta nuestros días han buscado criterios objetivos para configurar los límites del arte. En consecuencia, intentaremos demostrar que “sobre gustos hay bastante escrito” como reza el título de este capítulo. De hecho, es tal la variedad de posturas y reflexiones filosóficas sobre el arte que nos hemos visto obligados a optar únicamente por algunas de ellas, las presentaremos a continuación.