En sentido amplio, la depredación puede definirse como el consumo de un organismo vivo por otro organismo. Esta definición general podría incluir a los herbívoros, sin embargo, ellos no son predeciblemente letales, mientras que los depredadores verdaderos consumen total o parcialmente a la presa y la matan. Los depredadores verdaderos consumen más de un individuo presa en su vida, y esta característica los diferencia también de los parasitoides, que son avispas y moscas cuyos estados preimaginales se desarrollan a expensas de otros insectos y requieren solamente una presa u hospedador para alcanzar la madurez. No obstante, los parasitoides adultos son de vida libre y depositan sus huevos en o sobre varios individuos hospedadores, por lo tanto, aunque un solo parasitoide consume un único hospedador, cada hembra adulta mata varios individuos ya sea en el momento de la oviposición o por el desarrollo de su progenie. En este sentido, depredadores y parasitoides pueden tener impactos ecológicos comparables, y las interacciones depredador-presa y parasitoide-hospedador poseen muchas similitudes. Los parásitos también pueden incluirse dentro de la definición de depredador en sentido amplio, pero al igual que la herbivoría y a diferencia de la depredación verdadera y el parasitoidismo, los parásitos no conducen a la muerte del hospedador.
La depredación tiene efectos sobre las poblaciones, las comunidades y los ecosistemas. Los depredadores y los parasitoides a menudo limitan el crecimiento o contribuyen a la regulación de las poblaciones de otras especies, y pueden también cambiar la estructura demográfica de la población de presas u hospedadores impulsando ciclos poblacionales.