Las infecciones del aparato locomotor del adulto pueden afectar al sistema esquelético (osteoarticular) o a las partes blandas. Las primeras comprenden la artritis séptica y la osteomielitis.
En las segundas, las miositis, las tenosinovitis, las celulitis, las fascitis y las bursitis.
Según el agente causal existen infecciones bacterianas específicas e inespecíficas, por parásitos, hongos y virus. Según su forma de presentación en agudas, subagudas y crónicas. Por último, conforme al modo de contaminación en, hematógena, por inoculación directa y postquirúrgicas.
El agente etiológico más frecuente es el Staphylococcus aureus, secundado por el Streptococcus, la Escherichia coli, la Pseudomona aeruginosa y el Haemophilus influenzae.
Las manifestaciones clínicas características son el dolor, la fiebre, los escalofríos, el rubor, el malestar general, la tumefacción y la impotencia funcional, que pueden no siempre estar presentes en su totalidad. El dolor es el síntoma cardinal.
El diagnóstico puede ser elocuente, aunque a veces resulta dificultoso. Se basa, además de la historia clínica, en tres pilares: el laboratorio, los estudios por imágenes y el cultivo.
El tratamiento es abordado en forma multidisciplinaria, clínico, infectólogo, eventualmente el cirujano plástico si es que son necesarias coberturas miofasiocutáneas, y el traumatólogo (Canale, 2013).