La alfabetización constituye un objetivo prioritario del sistema educativo y un aprendizaje fundamental para las trayectorias educativas y el ejercicio de otros derechos humanos (Brito, 2015). De acuerdo con Frankel et al. (2016), la alfabetización abarca la utilización de la lectura, la escritura y el lenguaje oral para extraer, construir, integrar y criticar el significado a través de la interacción y participación con textos multimodales en el contexto de prácticas socialmente situadas (p. 7). Alfabetizarse, entonces, implica no solo el aprendizaje de la lectura y la escritura sino también la posibilidad de participar en interacciones que tienen lugar en escenarios culturales concretos y que demandan un uso específico del lenguaje escrito (Carlino, 2005; Marder y Zabaleta, 2014).