El 2 de junio de 1935 falleció en Buenos Aires, en la paz religiosa de un hombre que sobrellevó cristianamente las labores y los dolores de un Job, el venerable editor de las publicaciones del Museo de La Plata durante treinta años, don Fernando A. Coni. Murió a los setenta y siete años, casi enteramente ciego y perdido en gran parte el don del oído. Había nacido el 19 de mayo de 1858 en la ciudad de Corrientes, precisamente en la casa de la Imprenta del Estado, una institución cuya historia le debimos hace pocos años, y que fuera instituida en los principios del arte (reorganizada, diríamos ahora) por su padre don Pablo Emilio Coni. Este la dirigió por siete años a partir de 1853, año, según se ve, de muchos comienzos modernos en la nueva historia patria. Su padre era francés, él correntino de nacimiento, y, para quienes le conocimos cuando ya era el maestro editor, imponía espontáneamente como un porteño del viejo cuño, digno sin ser ceremonioso, afable, y protector en sus maneras, mentor de todos en materia tipográfica, y a las veces censor burlón y opositor irreductible cuando se intentaba faltar a la pureza del lenguaje en las publicaciones que editaba.