De entre las obras de Platón, muy probablemente el Timeo sea el texto más desconcertante, al menos si nos atenemos a los profusos estudios interpretativos que la tradición posterior nos ha legado de él. Las diferentes lecturas que se suceden desde el primer comentario de Crantor (s. IV-III a.C.) hasta las más recientes exégesis de Cornford (Londres, 1937) o Brisson (París, 1992), para citar solo dos ejemplos, han llamado la atención sobre los complejos sistemas de paralelismos que el Timeo traza, entre el universo y el discurso, entre el microcosmos (hombre) y el macrocosmos (universo), colocando a la pólis en situación de gozne. Los temas que aborda no son simples; el Timeo propone un modelo matemático del universo que Platón construye en líneas generales de acuerdo con el método hipotético-deductivo utilizado hoy en el ámbito de la cosmología.