En un hospital de Tucson, Arizona (USA) en la tarde del sábado 6 de octubre de 1984 muere, a los 82 años, George Gaylord Simpson, para muchos, el más grande paleontólogo del siglo XX. Su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas en el desierto de las afueras de esta ciudad que lo albergó en sus últimos años de vida. Se cumplen 25 años de su desaparición física pero su inconmensurable legado científico nos acompaña y nos desafía cada día.