La investigación de microvestigios vegetales, también conocidos como microrrestos, ha evolucionado con rapidez en los últimos años de la práctica arqueológica en general. Como parte de lo que se conoce como especialización arqueobotánica el estudio de los granos de almidón, fitolitos, fibras celulares y algunos otros elementos orgánicos de las plantas han sido interpelados por la arqueología dando buenos resultados en diversos tipos de problemas (Coil et al. 2003). Estos vestigios arqueológicos han sido recuperados desde distintos tipos de objetos y/o espacios que se hipotetizaba -a veces con sólidas bases inferenciales y otras no tanto- estuvieron en contacto directo con vegetales. Es el caso de objetos arqueológicos líticos como hachas, raspadores e instrumentos de molienda, tanto el componente activo (mano de moler) como pasivo (la cavidad que posee varios nombres dependiendo de los tipos) sobre los que se comprobó la eficacia de esta técnica1. Recientemente también se está comenzando a explorar el potencial de hallazgo sobre piezas cerámicas y piezas dentales humanas (Zucol et al 2008, Lantos et al 2012, Musoubach 2012). En esta presentación nos interesa brindar un método para una correcta y productiva recolección de muestras con posibles microrrestos vegetales en un tipo de restos arqueológicos particulares como es el caso de los morteros fijos, artefactos constituidos sobre grandes bloques inmóviles, muy comunes en algunas regiones de nuestro país como el Noroeste Argentino (NOA) y Sierras Centrales de Argentina. La especificidad de este tipo de instrumento de molienda ha sido muy poco estudiada siendo en general tratados sin independencia de los objetos móviles. En determinados trabajos (Nelson y Lippmeier 1993) es posible consignarlos y analizarlos como parte del moviliario fijo y duradero de sitios arqueológicos (site fourniture) y por ende pasibles de reutilización. Exactamente desde aquí nace la necesidad de particularizarlos desde sus propias características y potencialidades, es decir dado que son objetos inmóviles que deben ser trabajados en el campo, requieren de una metodología propia para la extracción de restos analizables en laboratorio. Los morteros móviles, en cambio, pueden ser transportados al gabinete de trabajo y allí mismo extraer las muestras para recuperar, describir e identificar los microrrestos vegetales.