El ciclo de crecimiento económico por altos precios de los productos primarios y de autonomía regional por retracción de la potencia regional llegó a su fin.
Como el mito del eterno retorno, América Latina se enfrenta nuevamente con los dilemas que plantean los cambios de la estructura de poder mundial y los ciclos de procesos internos negativos de distinta índole.
La región padece las consecuencias de la transición de poder global, entre potencias establecidas, dominantes en las distintas estructuras de poder político, militar y económico; y potencias emergentes, que comparten principios de la política internacional -como el de la soberanía y la diplomacia- pero representan modelos políticos y valores distintos a la estructura compartida en el área latinoamericana. La rotación del eje de poder mundial hacia la región de Asia Pacífico y las dinámicas de negociación de los mega-acuerdos comerciales suman otros desafíos estratégicos.
A nivel regional, la desaceleración económica y las crisis políticas de distinto orden, plantean nuevos interrogantes sobre el futuro de los mecanismos de integración existentes. Una vez agotada la década de crecimiento de las economías latinoamericanas cabe preguntarse qué valoración estratégica adquieren los regionalismos hoy frente a las nuevas tendencias mundiales.