Para la generación de sudamericanos que nacimos en la década de los setenta nos es muchas veces difícil comprender por qué nuestros países pudieron llegar a tener gobiernos autoritarios de la talla de Augusto Pinochet y de Jorge Rafael Videla. Regímenes bárbaros que se llevaron la vida y lágrimas de miles de familias que todavía buscan justicia por sus hijos, hermanos, esposos y demás seres queridos. Los años ochenta y las nuevas democracias sudamericanas fueron testigo de los diferentes procesamientos judiciales de estos gobernantes y, hasta la actualidad, cuando se analizan los procesos dictatoriales y sus brutales prácticas, los estudios se centran en las particularidades macabras que cada uno de los nefastos personajes tuvo en dichos gobiernos. La mayoría de los análisis muestran a dichos personajes como individuos malvados y perversos, haciéndose hincapié en las particularidades de cada gobernante, dejando de lado los fundamentos teóricos que dieron base a tales prácticas inhumanas. No se trata aquí de justificar las más horrendas atrocidades que se cometieron en nuestros países ni de abogar por la inocencia de sus partícipes: nada justifica la tortura, muerte y calvario de miles de jóvenes, profesionales, estudiantes, amas de casa y demás victimas que pasaron por los miles de centros fatídicos de detención en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay etc. Lo que sí se trata en este trabajo es de analizar los fundamentos teóricos que legitimaron dichas dictaduras, con atención especial a la llamada “Operación Cóndor”. Cóndor se establece como un esfuerzo regional de lucha contra la subversión: Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia, Brasil y Ecuador posteriormente van a formar parte de un sistema de cooperación paraestatal y de inteligencia que hizo posible la persecución y captura de miles de elementos subversivos en Latinoamérica, Norteamérica y Europa. Con el uso de avanzada tecnología facilitada por la CIA, el Departamento de Estado y de Defensa norteamericano, Cóndor va a ser el notorio componente internacional que unificó los imaginarios e ideologías de las dictaduras latinoamericanas de la época.