Como observadores de los fenómenos internacionales nos encontramos frecuentemente con que los conceptos clásicos de las teorías de Relaciones Internacionales han sido concebidos en un contexto de sociedad desarrollada y que por tanto no se adecuan plenamente a nuestras demandas interpretativas.
Ello se traduce en dos graves consecuencias: por un lado, una limitación al momento de conocer e interpretar los fenómenos internacionales de nuestra región, y por otro, la imposibilidad de darnos un diseño acertado de las acciones a tomar.
Por esta razón, dedicamos estas líneas a hacer un llamado a la necesidad de priorizar una lectura crítica de esos conceptos, una lectura desde nuestro lugar y en función de nuestras realidades.
En la primera parte, daremos cuenta de por qué es necesario tener de un pensamiento latinoamericano; luego nos evocamos a la crítica de los conceptos clásicos que consideramos útiles, como el de sistema internacional -con especial referencia a la desigualdad entre los Estados y la permisividad internacional que posibilitaría llevar adelante políticas autonomistas –, la acepción multifacética del poder, que entendemos es la más conveniente a América Latina, la idea de cooperación y los espacios en los que ella se da y finalmente la importancia de las ideas, y la influencia que ellas tienen a través de la variable cultural. El texto finaliza con una somera conclusión personal del análisis desarrollado a lo largo de estas páginas, en la que se expresa que un enfoque latinoamericano sólo se logra a través de la selección de los conceptos que sean útiles y su eventual redefinición, así como a través del empleo de las elaboraciones teóricas propias, como es el caso de las propuestas autonomistas.