En las últimas semanas hemos asistido en el escenario global a un cambio drástico en materia de política exterior, que parece tener como principales protagonistas a las intervenciones militares de los Estados Unidos en Medio Oriente, principalmente en Siria y Afganistán, y por otro lado, a la región asiática, donde Corea del Norte continúa representando una amenaza latente a un frágil equilibrio de poder regional.
¿Cuáles son los rasgos principales de la política exterior de Trump en los primeros meses de su administración? Hay una visión bastante generalizada que se sustenta en la falta de doctrina y de visión estratégica en materia de política exterior. Sin embargo, pese a ello podemos hacer mención a una serie de rangos distintivos.
El uso del instrumento militar en Siria, Corea y Afganistán, nos remite a una posible ratificación del liderazgo de la administración de Trump en política exterior, lo cual puede ser entendido en un contexto donde las promesas en política interna están siendo socavadas por el Congreso y la Justicia.
Los cambios en la conducción del Consejo de Seguridad Nacional también manifestaron un impacto a nivel doméstico en el manejo de la política exterior y de la defensa, ya que este es un vector central en la política exterior de Estados Unidos, incluso llega a tener mayor influencia que Departamento de Estado. El apartamiento de Steve Bannon y la llegada de McMaster dieron un acercamiento más realista a la agenda de seguridad global.
Otro rasgo es el unilateralismo. Esta fisonomía que parece tomar la administración de Trump, iría en contra de la empleada por Barack Obama donde se pregonaba mayores acuerdos estratégicos y un multilateralismo más activo.
En este escenario global turbulento y conflictivo, con crecientes actos unilaterales y de utilización del instrumento militar, Japón puede jugar un rol estratégico en la región asiática, revalidando su status de socio principal de Estados Unidos para la región.