Los vínculos bilaterales de Argentina con Estados Unidos han transitado por escenarios y características diferentes desde el retorno de nuestro país a la democracia. En ese marco, durante el gobierno de Raúl Alfonsín hemos presenciado una propuesta de “relación madura” sin seguidismos que, con posterioridad al giro realista de la política exterior, se tornó en una de mayor concordancia que finalizó con la jerarquización del vínculo en el marco de la agenda externa y fue sistematizada en la expresión “convergencias esenciales y disensos metodológicos” (Russell, 1985). La llegada de Menem al poder instauró, de manera más acentuada pero en la misma línea que varios países de la región, una política de “alineamiento/acoplamiento” con Washington que fue continuada por Fernando de la Rúa. Finalmente, los gobiernos de la era kirchnerista mostraron ideas y vueltas. Entre 2003 y 2005 Néstor Kirchner planteó un vínculo “sin alineamientos automáticos, sino [de] relaciones serias, maduras y racionales”, pero a partir de la Cumbre de la Américas en Mar del Plata optó por re-direccionarlas hacia el distanciamiento. Esta situación de avances y retrocesos se repite en los gobiernos de Cristina Fernández. Sin embargo, como veremos más adelante, estas particulares de cada gobierno no implican la ausencia de temas comunes que han cruzado la agenda bilateral a lo largo de los años.