Doy con unos poemas de Han Magnus Enzensberger escritos en 1963 y reunidos en Poesía para los que no leen poesía;una serie sobre la sombra y la mirada: “VIsólopor un instante,/ me aventuro/ a salir de mi sombra,/ sólo por un instante. VII quien quiera ver la luz/ tal como ella es/ debe retirarse en la sombra. VIII sombra/ más brillante que el sol:/ la fresca sombra de la libertad”. Quería empezar estas notas sobre la lectura con estos poemas sobre la oscuridad –o lo ilegible-como potencia para poder mirar de otro modo o de manera poco clara y no lineal, arremetiendo contra la producción unívoca de sentido, algunas escenas escolares. También, quería empezar conestos versos para poder concluir –no cerrar- este texto con una frase tal vez muy usada –no consumida-, pero cuyo gerundio soporta el proceso de estar en la sombra, la sombra de interrogación permanente: “seguir pensando”. ¿Qué cuerpos asoman cuando hablamos en primera persona? ¿Qué máscaras la pueblan? Y frente a esta “expropiación”, ¿qué libertad es posible gestionar para un gesto propio?