¿Para qué? ¿Hacia dónde? ¿Después qué? Estas son las preguntas que según Martin Heidegger nos haríamos "cuando el tiempo sea solo rapidez, instantaneidad y simultaneidad". Bueno, ese tiempo llegó hace rato, probablemente con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el consiguiente triunfo del neoliberalismo como ideología global. Hubo, luego, dos acontecimientos más a los que podríamos acudir para explicar las bases que cimentaron esta época. Esta época que con la pandemia pareciera entrar en un interregno universal. Paradójicamente, uno de estos acontecimientos fue definido en términos de un no-acontecimiento. Jean Baudrillard, sobre la Guerra del Golfo (en 1991), escribió un ensayo breve pero punzante titulado La Guerra del Golfo no ha tenido lugar. Este no-tener-lugar no se refería a una inexistencia fáctica de la guerra, sino a un simulacro del conflicto fundado en una "lógica hiperrealista de disuasión de lo real mediante lo virtual". ¿Suena conocido? Incluso hay que tener en cuenta que lo virtual, a fines del siglo pasado, erasolo o fundamentalmente la televisión. Después, la caída de las Torres Gemelas en el 2001 fue, en este caso sí, todo un acontecimiento. Ya no tenía sentido hablar de simulacro. La realidad había golpeado nada menos que en Nueva York, el núcleo de la hegemonía global.