En menos de 10 años me tocó padecer una inundación (vivo en la ciudad de La Plata), y ahora una pandemia cuyos efectos inmediatos son el aislamiento social, preventivo y obligatorio (al momento de la redacción de este artículo llevamos 52 días de cuarentena). Hace mucho perdí la fe en el progreso indefinido que nos venden desde ciertas usinas de pensamiento liberal. Sin embargo, la circularidad de estos días de encierro, me llevan a reflexionar sobre algunos ejes. Se trata, así, de acuñar interrogantes que puedan funcionar como disparadores para el análisis, o la acción política colectiva.