Es bien sabido que en los últimos años la famosa frase de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia ha sido puesta en tensión debido a los fuertes cambios que comienzan a presentarse en el panorama geopolítico mundial. En este sentido la aparición de nuevas potencias (y la reaparición de otras) suponen el principal peligro a la hegemonía estadounidense luego del fin de la guerra fría. Algunos autores hablan de un reemplazo de una hegemonía estadounidense por una hegemonía asiática, otros hablan de la conformación de diversos bloques económicos mundial, también hay otros autores que hablan de una unión económico-comercial de un bloque Asiático-Americano debido a que ambos bloques tendrían en común más intereses de los que uno supondría en primera instancia. Definir y estudiar cada una de estas teorías escapa al propósito de este breve artículo. Sin embargo, es claro que el resurgir de nuevos retadores a la hegemonía estadounidense –basta con solo pensar en los BRICS - es un proceso muy real de los últimos años.
En este sentido, este artículo pretende abrir una pregunta disparadora sobre el rol de la Organización de cooperación de Shanghái (en adelante OCS) ya que dicha organización es una clara muestra de la aparición de nuevas potencias que comienzan a suponer un reto y un desafío a la, otrora, hegemonía estadounidense. Aunque, por otro lado, hay que aclarar que la OCS es un claro ejemplo de que no hay intereses homogéneos entre los nuevos retadores y que el panorama es mucho más complejo de lo que se suele pensar.