Cuando la noche arrecia y el silencio no me calma, así grandote y viejo como soy, tengo miedo. Y así, vivido todo lo vivido, he concluido que lo que me ayuda a pasar los vendavales es recorrer mi loca biblioteca, sacar algunos libros de poesía y buscar lazos entre algunos que sólo estuvieron cerca por lo que dispuse en un anaquel. Sin embargo los acerco y, de alguna manera, ellos -los autores- se fusionan y producen un relato que va retirando las garras de mí, dejándome listo para amanecer. Hace unas noches, terminado el día 19, siendo la 500 de esta Pandemia, vine hasta aquí, ordené cinco extraños, los presenté y ellos me prestaron lo que sigue.