Se trata de una problemática unitaria y global sobre la que Horacio reflexiona desde su juventud y redondea en su madurez durante unos treinta años aproximadamente, imbricando los planos literario, histórico, político y religioso desde un inicio probado en la desesperación de la derrota hasta la certeza de una salida esperanzada y con soluciones políticas concretadas. Su expresión literaria ratifica con bastantes semejanzas el esquema esquileo de la Orestíada: falta, castigo, reconocimiento y exculpación.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)