En medio de la pandemia, una crisis económica que no da tregua y con un gobierno contra las cuerdas por la corrupción, Bolivia se encamina nuevamente a elecciones y a tener un gobierno legítimo elegido en las urnas que pueda enfrentar su difícil presente y futuro. Esta semana el Tribunal Supremo Electoral, luego de diversas consultas políticas (algunas más confidenciales que otras), definió que el próximo 6 de septiembre se vuelva a las urnas. Si bien los partidos políticos más importantes (el MAS de Evo Morales y Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa), respaldan el acuerdo, otras fuerzas dirimentes como la del ultraderechista dirigente cívico “Macho” Camacho, no han demostrado simpatía con el nuevo cronograma; menos enfática, pero igual de escéptica, se encuentra la actual presidenta Jeanine Añez, quien observa con terror como el poder se le escurre por las manos.