El fenómeno de la globalización no sólo ha complejizado el desarrollo de las Relaciones Internacionales, sino que ha provisto nuevas dinámicas, así como ha permitido la aparición e intercambio de elementos que ponen a prueba la defensa de los Estados tanto como a la capacidad para superar sus vulnerabilidades.
La complejidad del escenario multipolar del sistema internacional, así como la transformación de la concepción de amenazas: por la aparición de nuevos actores no estatales, des-territorializados, desplegados por todo el mundo y dominantes de fuerzas tangibles e intangibles; se adhiere a las vulnerabilidades que debe enfrentar la entidad Estatal, en un contexto que se ha visto suscitado por la actual situación de pandemia (COVID-19). Al mismo tiempo, el impacto que esto tiene sobre el orden internacional como lo conocíamos —poniendo en cuestión los sistemas de valores y relaciones en las que se sustenta—, aparece anexado a la tendencia a apuntalar la competencia por el acceso a recursos y asegurar el acceso y/o protección a las zonas de interés. Muchas y variadas son las cuestiones que nos llevan a una reflexión cuasi obligada sobre la función y desempeño de las Fuerzas Armadas.
Así como las problemáticas trascienden el planteo monolítico alrededor de las entidades estatales, igualmente dinámica y multifacética se vuelve la agenda, ampliando el rango de temas para ser monitoreados, incluyendo una gama de actores y aspectos más extensa para su conformación. El mundo entero está expectante del reacomodamiento geopolítico sistémico que se asoma sobre el horizonte; donde lo que prima es la incertidumbre, la multiplicidad y solapamiento de información. Los eventos imprevistos dejan en claro los aspectos endebles del Estado y nos llevan a reflexionar, en este caso de forma general, sobre la importancia de pensar cuáles son las características de nuestras fuerzas, por qué y qué debe revisarse.