El brote del virus COVID-19 en diversas partes del mundo, caracterizado como una pandemia por la Organización Mundial de la Salud en marzo de este año, ha activado las alarmas de más de un centenar de países. Esta emergencia no solo representa una gran problemática para los sistemas sanitarios, sino que también repercute directamente en la lucha contra las amenazas a la seguridad internacional.
Debido a la necesidad de contener la propagación del virus, los gobiernos alrededor del mundo han aplicado distintas medidas extraordinarias como el cierre de fronteras, la utilización de fuerzas armadas y de seguridad como apoyo logístico, y la destinación de una mayor parte del presupuesto en la lucha contra el COVID. Sin embargo, esta crisis no ha detenido el avance del terrorismo global, e incluso ha obstaculizado los esfuerzos en contra de este.
Las organizaciones terroristas, que vulneran la seguridad de países e incluso regiones enteras, han transformado sus métodos, adaptándolos a la nueva realidad internacional en pos de mejorar su posición actual.