Un tranquilo y soleado domingo con las playas llenas, los centros comerciales abarrotados, las salas de cines con sus estrenos y las familias apresurando reuniones festivas, la propagación global del Covid -19 se convirtió en Puerto Rico en asunto público y el estado intervino. Era un domingo, 15 de marzo, como muchos otros hasta que el asunto de estado devino pándêmos (pan [todos] demus [pueblo]). Es decir, el estado gritó pandemia y la señora Wanda Vázquez, gobernadora de un territorio que le pertenece a Estados Unidos, pero no es parte suya, Puerto Rico, cerró a cal y canto la isla (menos su aeropuerto) mediante una orden ejecutiva. La gobernadora había decretado el 12 de marzo un estado de emergencia para promover el confinamiento ciudadano. El 15 de marzo ordenó un toque de queda aplicable a toda la ciudadanía desde las 21hrs de la noche hasta las 5hrs de la madrugada y el cierre completo de las empresas e instituciones públicas y privadas, excepto supermercados, farmacias, restaurantes con servicio a domicilio, empresas de equipo médico, gasolineras y proveedores de estos comercios. Con el toque de queda, comenzó el tiempo del teletrabajo en las empresas privadas y públicas y la enseñanza a través de Internet en las escuelas y universidades.