En las últimas tres décadas del siglo XX y de modo inexorable ya en el siglo XXI, los museos fueron tomando cada vez más protagonismo en el seno de la sociedad. A su misión original de conservar, estudiar y difundir una colección, fueron sumándose gradualmente nuevos objetivos; sus funciones y usos se han ido resignificando, y su relevancia creció tanto como su poder simbólico. En poco tiempo, los museos se han transformadoen extraordinarios focos de interés en la vida social. Las modernas estructuras arquitectónicas que albergan sus colecciones requirieron una renovación de los modos de exhibición. El rol de directores, curadores, investigadores, museógrafos y demás agentes del circuito artístico multiplicó su incidencia en la gestión de las instituciones museísticas. Erguidos como espacios de encuentro e intercambio social, los museos han sido motor del despliegue de múltiples actividades culturales, educativas, lúdicas, turísticas, comerciales y de esparcimiento. Hoy son el centro neurálgico de las grandes urbes, lugares de referencia y representación del interés por la cultura en las diferentes sociedades e insoslayables íconos arquitectónicos que, en ocasiones, definen la identidad de una ciudad o de una nación.