Es cosa muy fácil escribir historia de una manera respetable, esto es, abreviar despachos y hacer extractos de discursos, repartir proporcionalmente epítetos de alabanza y vituperio, describir caracteres antitéticos de grandes hombres, mostrar cuántas virtudes y vicios contradictorios se reunían en ellos, haciendo uso de los con y de los sin en abundancia. Pero ser realmente un gran historiador, es la más rara de las distinciones intelectuales. Hay muchas obras científicas absolutamente perfectas en su género. Hay poemas que nos inclinaríamos á considerar exentos de todo defecto ó solamente empañados por ligeras sombras que pasan desapercibidas en el esplendor general de su excelencia. Hay discursos, sobre todo algunos discursos de Demóstenes, en los cuales sería imposible cambiar una palabra sin ocasionarles perjuicio. Pero no conocemos ninguna historia que se aproxime á la noción de lo que debe ser una historia; no sabemos de ninguna historia que no se aparte, con mucho, á la derecha ó á la izquierda, de la línea precisa que debió recorrer.