En Un retrato para Dickens de Armonía Somers se ficcionalizan las historias con el cruce de diferentes tipos de discursos, géneros literarios y modelos narrativos (el sagrado de la Biblia, el de la novela realista del siglo XIX, el referencial en la reproducción del Manual del Pastelero "libro de recetas culinarias", el relato autobiográfico de la niña protagonista y el fantástico del loro Asmodeo). La presencia de lo extraño, lo demoníaco y lo sagrado se conjuga con expresiones estéticas, filosóficas, religiosas. Se narra apelando al humor, a la ironía y a la parodia. El resultado es un texto fragmentario, cuyo planteo central es la representación. El mal está en la sociedad, en las instituciones, en las relaciones de injusticia, de poder, de violencia, tanto física como moral, o en la carencia de pensamiento. A través de reflexiones y resignificaciones, del desmontaje de genealogías, de la puesta en cuestión del estatuto de verdad de los modelos evocados, de la subversión y la interpretación escatológica de lo real, la nouvelle da cuenta críticamente de la "condición humana".