La República de Corea y Japón son dos actores fuertes a nivel regional y mundial, que representan dos de las economías más importantes del planeta en términos de producto bruto interno, ocupando el puesto número 11 y el 4º lugar, respectivamente. El volumen del comercio entre ambos socios es de aproximadamente US$ 81,1 mil millones, representando - Corea del Sur - el tercer socio comercial en importancia para Japón. La relación cuenta además con un porcentaje elevado de comercio intraindustrial y con joint ventures en el sector de siderurgia e industria electrónica (OEC, 2017). Además, son líderes a nivel mundial en producción y venta de automóviles, embarcaciones, circuitos integrados y microestructuras electrónicas, celulares, entre otros productos con alto valor agregado. Ambos países integran organismos multilaterales regionales y mundiales referentes al comercio como la OMC, OCDE, APEC, Asean +3, y serán parte de la futura área de libre comercio Asociación Económica Integral Regional (RCEP) que unirá al sudeste asiático con los seis Estados de Asia-Pacífico, englobando a la mitad de la población mundial y el 30% del PBI (Ramoneda y Cacault, 2019).
Esta relación bilateral de largos años no estuvo exenta de conflictos y tensiones, algunos datan incluso de fines del siglo XVI. En el siglo XX los más importantes claramente fueron, el Tratado de Eulsa de 1905 que significó la instauración del protectorado japonés y un libre comercio a la fuerza, la posterior ocupación formal japonesa desde el tratado de Anexión de 1910 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (Septiembre de 1945) y, por otro lado, las disputas territoriales en la segunda parte del siglo. Con esto nos referimos al conflicto por las Rocas Liancourt, un conjunto de islotes y formaciones rocosas ubicadas en el Mar del Este, que son reclamadas por ambos países y que son ocupadas por Corea del Sur en la actualidad, integrando la provincia de Kyongsang Norte (Colavita, 2018, p.148).