Todo regreso es un retorno a sí mismo, aun camino de la muerte. Quijote vuelve al recato y soledad de su hacienda. Vuelve extenuado, fatigado de hazañas; desgastadas sus fuerzas, desgarrados sus sueños. Dicen de su desaliento el huesudo, escuálido cuerpo; la faz, adelgazada, lívida, angulosa; la expresión doliente deslizándose por la comisura de sus labios. En la vaguedad de su mirada, honda, lejana, sombría, salta la evidencia de toda la desesperanza que le amortaja. La certeza de su fracaso. ¡Cómo de apretujada lleva el alma, más de frustraciones que de triunfos!