El trabajo adopta como corpus las novelas publicadas por Rivera a partir de Nada que perder y procura clasificar ese corpus de nueve novelas en cuatro grupos. Caracteriza las políticas de la escritura de esas novelas a partir de la diferenciación creciente respecto del "redentorismo social", de la herencia romántica del color local, y de la síntesis con el lenguaje periodístico que postula la non-fiction. Desde esta caracterización se plantea la compleja relación entre ciertos textos de Rivera y la novela histórica como género canonizado; con ese fin, se sitúa a esos textos en una genealogía reciente en la literatura argentina que parte de Zama y llega hasta El farmer. Con relación a las causas que originan la proliferación de textos ficcionales que recuperan la materia histórica, el trabajo arriesga una hipótesis de doble distanciamiento: respecto de las vanguardias y respecto de la historiografía, ya que en ambos casos se constata el abandono del relato como modo de exposición de la experiencia histórica. Por último, se agrega una nota sobre la imagen de escritor de Rivera, la eventual conexión de esa imagen con la génesis de su estética.