Toda revista literaria pensada en términos de lo que R. Williams define como formación cultural, es vehículo de la ideología literario-crítica de un grupo, y para el caso de Babel el grupo existió y se autodenominó Shanghai. Shanghai, nacido —construido— casi a finales de 1987, intervino públicamente en la escena literaria con la escritura de un manifiesto, en el que se señalaban y prescribían las posiciones respecto de la literatura deseada y posible.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)