La metáfora del país-cuerpo, que ya había aparecido en la escritura de Sarmiento en la primera mitad del siglo XIX, se vuelve hegemónica a partir de 1871, cuando se declara en la ciudad de Buenos Aires la epidemia de fiebre amarilla. Durante el período de la organización nacional liberal y una vez apaciguados los enfrentamientos internos (que Sarmiento había representado mediante la fórmula “civilización y barbarie”, ahora en desuso) los médicos higienistas llevaron adelante un proyecto de salubrificación cuyos intereses fueron presentados como patrióticos, humanistas y no partidarios. Este proyecto, que en 1871 invocó como fuente de legitimación a una opinión pública ansiosa de medidas de defensa contra la “anarquía sanitaria”, mostró una gran estabilidad ideológica que se afirmó durante varios gobiernos nacionales y se transformó en tecnología política de la nación, organizando en primer lugar, formas de control de flujos (de personas y capitales según el modelo inglés de circulación) dentro y fuera del país (y de la ciudad de Buenos Aires como representación metonímica del país-cuerpo a partir de la Ley de capitalización en 1880). En segundo lugar, el higienismo como disciplina delimitó las categorías identitarias nacionales con que se formaba —en escuelas y cuarteles— al nuevo sujeto argentino. Con categorías foucaultianas Salessi estudia el modo en que esta disciplina interviene, desde los espacios del Estado, formulando dispositivos para extender el poder central, y describe las tecnologías totalizantes e individualizantes como ambos rostros de una misma racionalidad política.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)