Hace 20 años aparecía en edición póstuma La ciudad letrada, un libro del que sabíamos que iba a ser un hito en los estudios literarios latinoamericanos, como todos los que escribió Ángel Rama, pero del que no podíamos prever que sería el punto de partida de una relectura crítica de la institución literaria latinoamericana que contribuiría a una reorganización del campo de estudios literarios en el marco más amplio de los estudios sobre la cultura de América latina. Desde el título de su nuevo libro, Jean Franco establece una relación con el estudio de Ángel Rama, y no puedo evitar preguntarme, inútilmente por cierto, cuál habría sido el camino que el crítico uruguayo habría recorrido en estos últimos veinte años, y cuál sería su posición ante el diagnóstico de Jean Franco acerca del ocaso y la caída de la ciudad letrada. ¿Compartiría Rama la melancolía con la que Franco revisa los avatares de la ciudad letrada en los últimos cincuenta años? ¿Hasta qué punto el libro mismo de Rama no constituye un momento singular de ese asedio a la ciudad letrada? Jean Franco empieza su libro recordando su llegada a Santiago de Cuba en 1953, poco después de Moncada, y a Alaíde Foppa leyendo poemas durante el toque de queda: la literatura, dice, juega un rol fundamental en el drama de pérdida que el libro reconstruye, porque ella articuló la utopía, y porque está implicada en su fracaso. Esa frase traza un arco sobre la historia que Franco se propone contar: la historia de las utopías forjadas en la ciudad letrada, la historia de los asedios y de la derrota. En un primer balance de la lectura, diría que Franco pone más bien el acento en la articulación literaria de la utopía y sus avatares, que en las implicaciones de la literatura con el fracaso de esa utopía.