Una preocupación decidida por los aspectos constructivos del relato inicia el ensayo de Adriana Mancini sobre la narrativa de Silvina Ocampo. Luego de un recorrido atento por las lecturas críticas anteriores, especialmente por aquéllas que marcan el principio de un análisis sistemático de la ficción de Ocampo, y reconociendo allí un inestimable punto de partida, Mancini se pregunta “¿Cómo logra Silvina Ocampo la 'iridiscencia' de sus textos? ¿Cómo concilia la mesura y la complejidad? ¿Qué dicen los textos que dicen y no dicen? ¿En qué medida la agramaticalidad, la torsión de la sintaxis, la alteración de la consecutio temporum, la ambigüedad deíctica, la variación del punto de vista son funcionales al contenido de los textos?” La repuesta a estos interrogantes sólo puede encontrarse, confía Mancini, mediante un “análisis minucioso de las estrategias formales”.