A lo largo de 1988 desarrollamos un seminario en la Facultad de Humanidades de La Plata al que, a falta de mejor nombre, denominamos “A partir de Borges”. La hipótesis —nada novedosa, por cierto— consistía en que muchas de las teorías que fundan el pensamiento contemporáneo estaban, ya atravesando las ficciones del escritor argentino. Ahora bien, avanzado el curso nos dimos cuenta de que nuestro trabajo no era en realidad leer autores contemporáneos “a partir de Borges”, sino que estábamos recorriendo el camino inverso. Como el mismo Borges había sugerido en “Kafka y sus precursores”, la lectura de estos autores nos proveía de ciertas categorías que nos permitían encontrar en los textos de Borges algunos caminos no demasiado explorados —si es que queda alguno todavía. “La lógica de los posibles narrativos” de Claude Bremond nos sugirió una lectura en clave de parodia, avant la lettre de “Examen de la obra de Herbert Quain”. El problema del orden posible en el caos del mundo y el limitado instrumento —el lenguaje— para dar cuenta de él (tema que funda las célebres “heterotopías borgeanas”) fue central en nuestro trabajo. Así, fuimos del prólogo a Las palabras y las cosas de Michel Foucault y de algunos textos de Wittgenstein a “La lotería en Babilonia” y de recientes formulaciones de la semiótica y la teoría de la información a la inabarcable memoria de Funes y a “El idioma analítico de John Wilkins”. Las nociones de escritura y texto que desarrolló largamente la teoría francesa de Barthes a Kristeva nos tentó a una nueva lectura de “Pierre Menard, autor del Quijote”; por lo demás, otros autores han marcado con insistencia las relaciones entre este relato de Borges y las propuestas de la teoría de la recepción estética de Hans Jauss.