La cuestión de la lengua extranjera ha estado abierta, de manera más o menos permanente, en la literatura argentina. Nuestros comienzos son una toma de posición frente a la lengua: se empieza a escribir en el Río de la Plata a partir del debate sobre las lenguas de la literatura. Las condiciones sociales de este debate cambiaron a los largo de las décadas y ese cambio resemantizó el problema, pero algo de la incomodidad respecto de la propia lengua subsistió en las respuestas que se le fueron dando y en las nuevas formas que adoptó la pregunta.