En 1915, en el marco de los debates sobre la nacionalidad propios de los años del Centenario, aparecieron simultáneamente dos colecciones de autores argentinos que proponían dos visiones bien distintas de la tradición cultural argentina. Contra las apariencias de consenso promovidas por el concepto de canon, estas colecciones inaugurales presentaron dos cánones textuales inconciliables. Se publicaron, enfrentadas, durante más de una década. Sus directores, Ricardo Rojas y José Ingenieros, se contaban entre las figuras intelectuales de mayor peso en la época. Tres años antes se había ampliado la democratización del sufragio con la ley Sáenz Peña, y un año después subió a la presidencia Yrigoyen. Y esto sucedió en uno de los momentos que más justificadamente podemos llamar de nacimiento de la literatura argentina. El primer acierto de la investigación que está detrás de Los textos de la patria reside, evidentemente, en la elección de su tema. La estructura del libro, además de eficiente, es sencillísima: una introducción, un primer capítulo centrado en las antologías poéticas del siglo XIX, un segundo capítulo dedicado a la Biblioteca Argentina de Rojas, un tercer capítulo sobre La Cultura Argentina de Ingenieros y un epílogo que se ocupa, más brevemente, de las colecciones posteriores, desde las de Alberto Palcos hasta las de Eudeba y Centro Editor de América Latina en la década de 1960.