Superando el centenar y medio (ciento sesenta y cuatro cartas, más dos telegramas), y desplegándose por casi dos décadas, los documentos editados —de los que se incluyen, en cuatro folios sueltos, sendas reproducciones facsimilares— recogen los avatares de la relación entre dos agentes del campo cultural español cuya dimensión sólo habría de apreciarse cabalmente con la paulatina retirada de la sombra de ignorancia impuesta durante largos años por la dictadura de Francisco Franco. Es precisamente en este punto, tal como señala el editor en su estudio introductorio, donde reside el carácter excepcional de este conjunto de cartas. No es extraordinaria la publicación de epistolarios de escritores en que se revelen su persona y su época; sí lo es el hecho de que la comunicación entablada a través de las misivas tenga como remitentes y destinatarios a un escritor que actualmente ocupa un lugar indiscutido en el canon literario español y a un docente e investigador que se convertirá en su más prestigioso y autorizado especialista.