La metodología de la investigación científica (ECO, 1977: 47) es un camino que utilizan las ciencias para brindar explicaciones sobre los fenómenos de la Naturaleza, y los hechos que acontecen en la esfera humana, que sean empíricamente verificables (ANDER-EGG, 2011: 21-22). En este contexto, quedan afuera todas las opiniones subjetivas, como sucedía en la antigua Grecia a partir de la diferencia entre doxa3 (δόξα) y episteme4 (ἐπιστήμη). Dicho en otras palabras, hablamos de una demarcación estricta entre lo que es ciencia y aquello que no lo es; y no porque no resulten importantes para la Humanidad, sino, simplemente, porque no revisten importancia para la ciencia empírica (SAMPIERI; FERNANDEZ COLLADO & BAPTISTA LUCIO, 1998: 4). De la misma manera, la investigación criminalística tiene fundamentos lógicos, sustentados por las distintas ciencias exactas y sociales. Su estructura tiene que ser consistente, en el sentido de no tener contradicciones internas. Y su importancia está dada porque de la certeza de sus conclusiones depende la libertad o el encierro de un acusado; o también, porque está en juego la condena de un inocente o la libertad de un culpable.