Tal como sugiere el título del libro, la investigación de la venezolana Gina Saraceni parte del intento de descifrar qué es aquello que se proyecta en el escribir hacia atrás. Entiende esta frase a partir de concebir a la escritura como espacio de tensión que origina un movimiento prospectivo y retrospectivo a la vez y que, en palabras de la autora, provoca un desplazamiento que al avanzar retrocede para darle existencia a lo ausente con el fin de significar al pasado y hacerlo evento (p. 205). Asimismo, mirar hacia atrás implica enfrentarse con el espectro que interpela a través de su mandato y que exige interpretar las marcas del pasado como una manera de responder a la pregunta sobre la propia identidad y sobre la identidad del otro, cuya memoria es legada y confiada para que se la haga sobrevivir a través de uno y de su duelo por el ausente. Pero este proyecto no se cierra aquí, sino que abre nuevas líneas de análisis vinculadas a la memoria y a la escritura sobre el pasado que lleva a la ensayista a indagar sobre la herencia y también sobre la lengua en su carácter interpretativo.