Los procesos de salud‐enfermedad‐atención son emergentes estructurales de las condiciones históricas de vida y de trabajo en una sociedad dada, a la vez que objeto de la construcción de saberes y prácticas no sólo por parte de los especialistas o profesionales del campo médico, sino del conjunto de la población (Grimberg 1992). Desde su multifacética pertenencia cultural y social que el hombre aprende a identificar las enfermedades que lo aquejan, elabora explicaciones sobre sus causas, define las formas de estar sano y sentirse enfermo, establece estrategias de atención y pauta las relaciones entre el enfermo y el grupo orientadas a restablecer su salud o a otorgarle un nuevo espacio social en tanto individuo enfermo. Los procesos de salud‐enfermedad‐atención son una construcción social en tanto resultan de modalidades específicas de relaciones sociales a la vez que constituyen una trama de representaciones y prácticas en las que se articulan no sólo procesos económico‐sociales, sino políticos e ideológicos (Grimberg et al. 1992).