En el artículo “Gombrowicz en el relato argentino” –publicado en el tomo XI de la Historia crítica de la literatura argentina– Alejandro Rússovich se pregunta por qué Gombrowicz, escritor polaco hoy universalmente reconocido, debería ser incluido en una historia de la literatura argentina. Su prolongada permanencia en el país –durante la cual escribió algunos de sus principales textos, o tradujo la ya mítica versión al español de Ferdydurke– dejó como legado una profusión de cartas, anécdotas y amigos que contrasta significativamente con la ausencia de un corpus crítico: Gombrowicz. El estilo y la heráldica del psicoanalista Germán García (1992) era, hasta la aparición de Gombrowicz, este hombre me causa problemas de Juan Carlos Gómez (2004) la única tentativa de lectura orgánica y literaria de su obra. Esta figura espectral recorre la literatura argentina, pero su paradójica presencia se traduce en indicios imprecisos, difusos, ambiguos que, más que indicar una pertenencia, parecen subrayar una radical ajenidad. Pero es precisamente esa extrañeza la que puede orientarnos: como ya afirmaba Juan José Saer en un breve artículo de 1989, quien aborde la lectura de lo comúnmente entendido como literatura argentina desde la obra de Gombrowicz, podrá, precisamente, extrañarse ante la misma y ganar una perspectiva ajena, exterior.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)